Que no resulte una obligación y que sea un rato divertido.
Si vuestros hijos todavía no saben leer, podéis mirar con ellos las imágenes de un libro o leerles alguna historia.
Preguntadle al maestro/a de vuestros hijos qué lecturas son más apropiadas y cómo tenéis que hacerlo.
Después de la lectura, comentad lo que habéis leído: personajes, situaciones, etc., y relacionadlos con la vida cotidiana.
Si no tenéis tiempo para sentaros a leer con vuestro hijos/as, que te lean algo mientras haces otra cosa: planchar, cocinar, coser, arreglar un aparato y, si estas cansado, aprovecha mientras descansas en el sofá.
Cuando tu hijo o hija te lea el texto, procura:
Que hable alto y claro.
Que articule y vocalice bien.
Corregirle cuando pronuncie mal una palabra, o cuando se salta alguna.
Explicarle las palabras que no entiende. Para eso conviene que tengas un diccionario a mano.
Que lea despacio, dando sentido a las frases, sin detenerse.
Que use la entonación apropiada, con expresividad, evitando la monotonía, y que adecue la voz y los gestos al tipo de texto que sea: poesía, descripción, diálogo etc.
Por último, si un día, por cualquier motivo, no podéis hacer vuestro rato de lectura, no os desaniméis: volved a intentarlo al día siguiente con más ganas.